viernes, 24 de julio de 2015

Carlos de la Torres Paredes. Herederos del cosmos - Los viejos salvajes. Lima: La nave, 2015. 154 pp.




Carlos de la Torres Paredes. Herederos del cosmos - Los viejos salvajes. Lima: La nave, 2015. 154 pp.

Los viejos salvajes de Carlos de la torre irrumpe en el panorama local en el año 2012 al ser finalista del IV Premio de la CPL. Su presencia resultó insólita teniendo en cuenta que la corriente principal o “mainstream” nunca estuvo interesada en la CF, menos aún la narrativa de aventuras. Las aventuras o bien se instalaron en el medio local a través de las historietas y comics en los años 50 o bien surgió desde una narrativa épica ligada a las reivindicaciones de los movimientos campesinos (casi siempre condenadas al fracaso), pero no desde códigos de la CF o de lo fantástico. Excepciones son los casos de José Estremadoyro en Glasskán o José Adolph en la magistral Mañana, las ratas. Lo que hoy acontece es, sin duda, un fenómeno generacional y a la vez global. Una generación de escritores que influenciados por el mundo del cine, los juegos de rol y videojuegos, producen sus ficciones desde estos paradigmas. Esto nos lleva a reflexionar sobre una cuestión previa: el carácter de la literatura como entretenimiento. Para muchos, la literatura no debe entretener, es una función menor, secundaria de la literatura como arte, pues hace de aquella algo evasivo. Pero nada se construye ex nihilo, es decir, nada se crea de la nada, menos aún en literatura.

Es difícil saber cuál será el futuro de un escritor novel, con una opera prima, aunque el autor ha publicado ya dos textos más que forman otra saga: Campos de batalla (2013) y Cuando la sangre importa (2015). Sin embargo, Los viejos salvajes obtuvo críticas positivas. Por ejemplo. Benjamín Roman (2013) sostiene que es una novela de “[…] ciencia ficción-terror-aventura […] [con personajes] Humanos con reacciones psicológicas extremas, posesos cuyas mentes no diferencian su realidad con la realidad, canibalismo, parafilias. Implacables ataques organizados de una especie alienígena contra los humanos”. El gurú de la CF peruana, el faraón Daniel Salvo (2013), sostiene que en la novela “[…] la humanidad galáctica ya no está integrada solamente por descendientes de anglosajones, sino por representantes de un mundo que en realidad es más diverso de lo que se pensaba. Tanto es así, que no existe una sola entidad política que represente a los humanos, sino varias, una de ellas, descendiente de nuestra propia cultura latina. Y es justamente este eterno intercambio/choque entre culturas el origen de varias de las subtramas del libro, Parece que los seres humanos siempre nos estaremos enfrentando a los peligros de lo desconocido, y también, entre nosotros mismos”.

Igualmente, Tanya Tynjälä (2015), establece relaciones con dos clásicos de la CF: “Solaris de Stanislaw Lem o Alguien Mora en el Viento, del chileno Hugo Correa. En efecto al igual que en las novelas nombradas los personajes de los Viejos Salvajes se enfrentan con una entidad que les hace toma conciencia de sus limitaciones antropomórficas y que lleva al lector a cuestionarse el significado de la naturaleza humana, de la solidaridad, de la fidelidad de las relaciones y más profundos sentimientos del hombre. Pero si en Solaris la “entidad” enfrenta a los personajes con sus culpas y en “Alguien Mora en el Viento” le hace entender su absurda soberbia, en la obra de Carlos de la Torre Paredes, esta entidad toma la forma de los más oscuros sentimientos del alma humana para así llevarla a su propia aniquilación”.

Hasta aquí observamos que la recepción de la novela es básicamente producida por narradores. No existe aún un aparato crítico permanente que procese esta variada producción que cada año aumenta. A lo ya dicho en una reseña anterior (ver blog “Iluminaciones”) solo agregaré un par de reflexiones que surgen de esta nueva lectura, al modo de glosa: hay un futuro implícito en la novela. En ese futuro todavía pervive el conflicto entre la civilización y la barbarie. Ser civilizado significa estar dentro del sistema, estar integrado al orden; mientras que lo bárbaro supone vivir fuera del sistema, al margen, en la anarquía. Evidentemente los personajes, los “viejos salvajes” viven des-integrados al sistema. Solo viven para la aventura militar-violenta. Las únicas fantasías que aparecen como flashes son las de dejar esa vida para formar una familia con alguna mujer latina. Y aquí encontramos un problema: la mujer. Las mujeres no aparecen en la novela ¿pero, tendrían que hacerlo? Desde el presente extratextual, esos cambios (mayor participación de la mujer en las esferas de lo público) son necesarios. Pero en este futuro, estas demandas se suspenden (no hay lucha de clases, ni racismo). La realidad se uniformiza, se homologa. Todos están conectados en una globalidad, que mantiene la tradición. Cuando es mencionada la mujer o es un objeto sexual, o debe cumplir la función de madre o incluso es objeto alimenticio por un rito caníbal (algo muy real y que algunas personas todavía piensan así, por ejemplo, los golpeadores que adornan los programas de tv. de entretenimiento local). El narrador no ha inventado nada. Lo fundamental en las narrativas populares es que recoge un imaginario vigente. Pero el lector discute ese mismo imaginario. La conclusión es que desde el punto de vista tradicional, la aventura está ligada al universo masculino, en ella no intervienen las mujeres o en su defecto, acompañan al héroe, son objetos de deseo, pero no sujetos que buscan.

A nivel formal la novela se construye sobre la base de la estética del videojuego, con sus victorias que se van acumulando y contando, como puntos o créditos para seguir subsistiendo, y los seres monstruosos alteridad-oponente a los que hay que vencer. La vida es entendida como un videojuego en el que hay que matar para sobrevivir. Y a nivel ideológico, hay una añoranza en estos “viejos salvajes” que puede sintetizarse en la frase: “todo tiempo pasado fue mejor”. Entonces, ¿podemos afirmar que la novela es más conservadora y menos subversiva? Sí. ¿Eso la hace mejor o peor que otras narrativas? Eso depende de para quién. Son distintos los intereses tanto del lector ideal promedio como de la minoría selecta que escribe la historia del género.

 El futuro que se representa en la novela es entonces engañoso, pues se suspenden las contradicciones del presente o se mantienen solo algunas de sus claves: el imperio y la colonialidad, el control de los cuerpos, el castigo a los que transgreden el orden de cosas. Los viejos salvajes es una opera spacial que cumple su función de entretener al lector, llevarlo no tanto a un futuro sino a un escenario-espacio cerrado, a una nave perdida en el cosmos. Como aventura cumple con las expectativas del género, pero deja también en suspenso un final. Se anuncia una saga, una continuación, una serie, un universo, un mundo posible. Su complejidad dependerá de lo que el narrador desee mostrar-representar, jamás del lector, menos aún del crítico.

La principal virtud del autor es la facilidad para contarnos una historia. Coincidimos con Óscar Cochado (2012) cuando sostiene que: “Los viejos salvajes es un buen relato de ciencia ficción. El interés se mantiene en todo momento. Hay un gran conocimiento de las interioridades de las naves espaciales y de su desplazamiento en el cosmos. La prosa, muy bien manejada, da como resultado una narración fluida, de fácil lectura”. La novela cumple así con los requisitos del relato de aventuras de CF y de la literatura de entretenimiento. La excelente edición de Los viejos salvajes se complementa con las soberbias ilustraciones de Jhosep Abarca Gómez y Carlos Yáñez Gil que recogen algunas secuencias de la trama.

 

Elton Honores

Universidad Nacional Mayor de San Marcos